MUERTE EN VENECIA ( Morte a Venezia, Luchino Visconti, 1971 )

 


Del amor y de la muerte

Un amor, que en él mismo, contiene todos los elementos que lo forman, no tiene sentido, ni explicación, contradice la razón, pero ahí está y no se puede hacer nada.
Lo ve paseando por la playa y todo se transforma, y su imagen aparece frente a él con una belleza casi perfecta, de esa que hace rechinar las emociones, porque a veces la perfección chirría.
Y cuando ese "David" sonríe, la luz del sol ilumina la playa, y acabamos viendo un cuadro de Sorolla, y él piensa, ¿por qué no? Pero es tan joven.... Y además es un hombre.... Pero lo vuelve a mirar, y aparece de nuevo su belleza, una belleza ambigua, que nos hace comprender, porque él lo ama, a pesar de todo y de todos.

Y aparece la muerte, la huesuda amenaza, y todos se alejan, y su razón le dice que debe alejarse, y lo intenta, pero ya es demasiado tarde. Su corazón ha decidido que aquel es su lugar, a pesar de los peligros. Y él no quiere vivir sin corazón, aunque tenerlo y aceptar sus designios sea peligroso y doloroso. Y la muerte sonríe, porque sabía que tenía la partida ganada, y que él no se alejaría.
Pobre diablo, tu amor será tu condena y pronto te reunirás conmigo.

Y al final un poema, un lienzo que nos muestra el horizonte con el sol recortando la figura del ser amado y las olas acariciando la orilla. Y el "David" señala un punto en el horizonte, y suena Mahler, y él lo mira, mientras su corazón late cada vez más despacio, tal vez porque no pudo resistir tanta belleza (otros dirán que fue el cólera, quien sabe), tal vez porque no puede imaginarse una manera más bella de morir, o simplemente la huesuda decidió hasta aquí llegamos.

No hay nada de poético en la muerte, eso lo sé desde hace mucho, pero la escena final de esta película me parece la forma más poética de reflejar la muerte que he tenido la oportunidad de ver.

Él arriesgó y murió, pero amó, con un amor puro. Y tal vez fue en Venecia donde encontró el verdadero amor.

"Muerte en Venecia”, una adaptación magistral de un libro difícil de adaptar, por la genialidad del autor, por la profundidad de los conceptos.
“Muerte en Venecia”, una película de una belleza plástica sólo comparable a "Barry Lyndon" de Kubrick.

“Aquel que ha contemplado la belleza está condenado a seducirla o morir”

12 comentarios:

Kinezoe dijo...

Leyéndote y viendo de nuevo esta última escena es inevitable emocionarse, aunque esta vez he de reconocer que los recuerdos que tengo de Muerte en Venecia son los recuerdos de una película excesivamente larga y avejentada. Cierto es que la vi hace bastantes años y entonces tenía menos "paciencia cinematográfica" que hoy en día... No sé, quizás debería verla de nuevo para poder reafirmarme o modificar mi punto de vista. De lo que no me cabe duda es de la belleza que emana tu entrada, tanto en forma como en contenido. Thomas Mann, Thomas Mann... Se nota el amor que sientes por este autor... Jejeje...

Lo siento, me quedo con Barry Lyndon. Un abrazo ;)


PD: Nuevamente una entrada tuya hizo que me replanteara ciertas cosas...

Vivian dijo...

A mí me emocionó tu comentario Kinezoe, y me alegra haber sido capaz de transmitirte mi emoción al ver la película.

A Visconti le debo, el haber descubierto al que es mi escritor favorito, y mi amor literario, como tú bien sabes, Thomas Mann.
Yo leí el libro después de haberme enamorado de la película, tal vez por eso veo la adaptación con una óptica distinta a si hubiera sido al revés.
Cuentan que Visconti y Mann llegaron a conocerse, y que el cambio de Gustav de escritor a compositor tiene que ver con la reinterpretación de Visconti de la novela a través de la vida de Mahler, pero también con la pasión por la música de Mann y con la admiración hacia Mahler.
Respecto a la película, uno de mis mejores amigos es admirador de Mann, tanto o más que yo, si eso es posible, y salió horrorizado de verla, sus palabras exactas fueron “Pobre Thomas Mann”. De hecho la califica dentro de una categoría poco ortodoxa denominada “películas de ver crecer la yerba”. Le entiendo a él y te entiendo ti, porque en realidad es una película de esas en las que, en sentido estricto, no pasa nada, la acción son las emociones, reflexiones y sensaciones que a través de Gustav, de las imágenes y de la música, Visconti provoca en el espectador.
Argumentalmente entiendo que te quedes con “Barry Lyndon”, pero visualmente creo que ésta no tiene nada que envidiarle, aunque ya se sabe, que en esto del cine, como en todo, las comparaciones son odiosas jeje…

“Como no soy río, me echo para atrás”, eso decía mi abuela, replantearse las cosas es una ventaja que tenemos los seres humanos por el hecho de ser “seres pensantes” ;)

Un abrazo muy fuerte

Emetorr1714 dijo...

Pues yo pienso diferente de Kine... no la pienso volver a ver, porqué el recuerdo que conservo es tan grande y hermoso, que temo que ahora me desilusionaría.
La ví hace unos treinta y cinco años mas o menos (cuando iba al cine, vaya)

Vivian, con el tiempo que hace que te veo compartiendo blogs y comentarios, hasta hoy no he tenido la genial idea de curiosearte.
Me quedo, gracias.

Un saludo de presentación

Vivian dijo...

A veces pasa fan, tienes un recuerdo tan bueno de una película que prefieres mantener el recuerdo a arriesgarte a volver a verla y que se rompa el encanto.
Al hilo de esto, creo que ésta es una de esas películas que, admitiendo que no tiene porque gustar a todo el mundo, el momento de la vida en que la ves es importante, me refiero a la edad, bueno, más concretamente a la madurez emocional, estoy convencida de que, al menos en mi caso, si la hubiera visto con dieciséis años no me hubiera gustado, entonces mis preferencias y gustos iban por otro camino.

Me alegra que hayas decidido visitarme, encantada de tenerte por aquí.

Un saludo de bienvenida.

molano dijo...

El año pasado volví a Venecia, al Lido y me acerqué al famoso Hotel des Bains donde me quedé un rato sentado en la terraza. Recordé a Silvana Mangano y sus sombreros, a Tadzio y sus bañadores y toda esta larga y maravillosa escena que hoy vuelvo a ver aquí. Y es que yo soy de los que prefieren quedarse con el inmejorable recuerdo que me dejó la película en su día.
Prefiero que tu vuelvas a contármela tan bien como lo haces. Un placer.

Vivian dijo...

Es curioso como una ciudad puede convertirse para nosotros en más que una ciudad por las historias que nos mostraron en ella. No he visitado Venecia, pero, cuando lo haga, que lo haré, ese hotel también será para mí una visita obligada…

Gracias por tus palabras molano, es bonito descubrir que alguien como tú elige mis palabras para recordar una película que forma parte de sus recuerdos.

Un beso

Elvira dijo...

A mí me entusiasmó esta película, la vi muy joven y no he vuelto a verla.

"a veces la perfección chirría" Muy cierto, Vivian. Otra entrada que me ha encantado.

Un beso

Vivian dijo...

Es curioso Elvira, por lo que leo en vuestros comentarios, la mayoría de los que os gustó la película decidisteis no volver a verla, para no romper el “encanto”, esa sensación en el recuerdo que os dejó después de haberla visto.

Lo de la perfección es algo que siempre he pensado, al menos en mi manera de sentir, queda mejor en una estatua, como el imponente “David”, que en alguien de carne y hueso, en este último caso en muchas ocasiones crea una cierta distancia.

Que bueno que te gustó la entrada, a mí me gusta que te haya gustado.

Un beso

troyana dijo...

La vi hace años y me conmovió mucho esta historia de amor platónico,casi exclusivamente visual.Es un amor abocado a lo imposible desde el principio,pero quizá por eso se acrecienta su intensidad,su desgarro y su lirismo.
saludos Vivian

Vivian dijo...

Coincido contigo respecto a la esencia de ese amor y las características que le confiere, troyana, me gustó tu manera de describirlo.

Una película que conmueve tanto en el fondo como en la forma, una maravilla de película.

Saludos para ti también.

Como niebla entre montañas dijo...

Hola amiga mía, lo primero que quería decirte es que me ha parecido fantástico el paralelismo que has planteado entre estas dos joyas que son “Barry Lindon” y “Muerte en Venecia”; es realmente original que lo veas así y creo que estoy de acuerdo porque estos dos monstruos del cine eran obsesivos hasta la agonía y, si bien, Kubrick se erigió en esteticista radical (ya sabes que se empeñó en rodar con luz natural y con película especial para interiores); Visconti se encarnó en la esencia más pura, sublime y academicista del dictado esteticista.
Siempre se aprende algo nuevo, no tenía ni idea de que se produjera un encuentro entre Visconti y Mann pero, pensándolo bien, era bastante difícil que el noble (y estricto) espíritu del italiano se hubiera atrevido a presentar al protagonista del film como un músico.
Hay algo de lo que me he dado cuenta y es de que te ocurre como a mí a la hora de afrontar la crítica de esta obra maestra: nos es imposible hacer un articulo al uso; no hay más remedio que recurrir a imágenes poéticas y a un lenguaje emocional acorde con la grandeza de cada fotograma de “Muerte en Venecia”.
Estoy de acuerdo con algunos de los comentarios que te han hecho: tu modo de narrar ese maravilloso final me ha puesto los vellos de punta: se nota en cada vocal el gran amor que le procesas al film: una pasión que compartimos.
He comenzado por este film por mi talante de cinéfilo romántico, pero va a ser muy hermoso pasear por tu blog dejándose mecer por tus palabras.
Ha sido todo un descubrimiento.

Vivian dijo...

Muchas gracias por tu comentario, me alegra que te haya gustado la entrada sobre esta maravillosa película, pero sobretodo, me alegra coincidir en gusto cinéfilo sobre ella...

Bienvenido al blog (lo tengo bastante abandonado por falta de tiempo)y encantada de tenerte por aquí...